En estos tiempos donde se vive a una velocidad increíble, Verónica Vidal Maehara se anima a trashumar iconos fantásticos del imaginario popular japonés. En esta muestra “Bakemono, monstruos de dos mundos”, los fantasmas de un orden ancestral y moderno se insertan dentro de un reconocido marco urbano de nuestra Buenos Aires, estableciendo una relación "cuasi asimétrica" entre dos contendientes que están apunto de confrontar en un duelo de imposibles como Godzilla contra el Congreso, donde se vislumbra un planteo de la inconformidad de lo irracional contra la frialdad de un gélido sistema macabro del pseudo-orden establecido, o, simplemente, un recordatorio de los fantasmas internos que nos asedian.
La obra se mantiene dentro de un vaivén que oscila entre una lógica y una fantástica representación de la metáfora, donde creo que cabría recordar la frase de Goya “el sueño de la razón produce monstruos”. Vemos ese duelo eterno en el dragón contra el ombú perdido en la planicie, el recurso de afianzar un objeto al plano de apoyo y dejar otro librado a la inmensidad del espacio que gobierna, generando así un contrapunto tanto temático como compositivo. Por un lado, nos recuerda a los japoneses con sus modos de realizar estampas, en sus composiciones diagonales, planteando el vacío o lo que no es. En parte, valiéndose de la imaginación del espectador para completar la imagen. Y, por otro, la obra es una cita directa al universo de los cómics.
Podríamos decir que la artista adopta modalidades compositivas que transitan por su historia y el nivel metafórico, así es que, la posibilidad de llevarnos una profunda reflexión de esta experiencia, no es menor.
Lic. Andrés García
La obra se mantiene dentro de un vaivén que oscila entre una lógica y una fantástica representación de la metáfora, donde creo que cabría recordar la frase de Goya “el sueño de la razón produce monstruos”. Vemos ese duelo eterno en el dragón contra el ombú perdido en la planicie, el recurso de afianzar un objeto al plano de apoyo y dejar otro librado a la inmensidad del espacio que gobierna, generando así un contrapunto tanto temático como compositivo. Por un lado, nos recuerda a los japoneses con sus modos de realizar estampas, en sus composiciones diagonales, planteando el vacío o lo que no es. En parte, valiéndose de la imaginación del espectador para completar la imagen. Y, por otro, la obra es una cita directa al universo de los cómics.
Podríamos decir que la artista adopta modalidades compositivas que transitan por su historia y el nivel metafórico, así es que, la posibilidad de llevarnos una profunda reflexión de esta experiencia, no es menor.
Lic. Andrés García
